Jueves, 8.10.20

Olesa de Montserrat – Santa Sussanna. 69,5km.

Me despiertan un buenos días y unos pasos en el camino. Un agente forestal me habla desde el exterior. Muy amable, me advierte de que no se puede acampar pero si pernoctar si estoy de paso. También me informa de la presencia de jabalíes y cerdos vietnamitas por la zona. ¿Cerdos vietnamitas? La gente cuando se cansa de ellos en casa los abandona y ahora son plaga. El cielo sigue cubierto, pero parece que no lloverá. Treinta minutos después, pedaleo de nuevo por la carretera. A Vacarisses seis kilómetros. Como ir de Zumarraga a Legazpia, pienso. Un puente de piedra enorme pasa sobre mi cabeza cargando con las vías del ferrocarril. La carretera se aplana un poco junto a una riera. Bar Granja Vacarisses. Paro tomar un café y comer algo. Un hombre bastante entrado en carnes, lee el periódico repantigado en una silla mientras bebe una cerveza. Pronto para empezar con el alcohol, pienso. Dos camareros argentinos charlan de futbol y el cocinero vocifera desde dentro algo sobre una olla sucia. Me acomodo en una mesa y pongo mi teléfono a cargar. La tele habla sin cesar de un virus que nos va a matar. Al parecer, el virus es selectivo; nos permite que trabajar pero no disfrutar del tiempo libre. La carretera que tomo ahora tiene más densidad de vehículos que la que dejo; pero es cuesta abajo. Me doy cuenta que odio la zonas metropolitanas de las grandes ciudades. La bicicleta es vulnerable ante los enormes camiones que siempre vienen acompañados de un viento succionador. Estoy contento de mi espejo retrovisor. Me avisa cuando se acercan esos dinosaurios rodantes. Montserrat despliega ante mí las formas singulares con las que el paso del tiempo le regaló. Tiene algo magnético mirar sus pináculos y sus paredes escarpadas, rodeadas de encinas y de boj. Me desvío en dirección a Manresa por una carretera secundaria junto a un río. Casas y fábricas abandonadas. Junto al Pont Vell, desdoblo mi mapa y lo vuelvo a plegar meticulosamente para tener visible la parte que necesito. Busco la salida de la ciudad. El tráfico se va diluyendo poco a poco a la par que me me entran más y más ganas de comer. Callús. Compro pan y paro sobre un puente de hierro a comer algo. Observo el pueblo al sol del mediodía. La bicicleta me devuelve de nuevo a la carretera. Suria. Cardona. Clariana de Cardener. Paro junto la iglesia y valoro si detenerme aquí para dormir. Sudo a chorros. Hace tiempo que no pedaleaba tanto y tan cargado. Me hidrato, como una pieza de fruta y decido continuar un poco más. Comienzo una agonizante cuesta arriba. La carretera ahora dispone de dos carriles de subida. Atravieso un túnel a la velocidad de un caracol.. Nunca me gustan los túneles; y menos subiendo. Los coches entran en ellos sin disminuir su velocidad. Nunca sabes si te han visto o no. Pedaleo más fuerte. Santa Sussanna. Me acerco a la pequeña ermita. Una chica corta unos troncos y coloca los trozos cortados con cuidado sobre una pila de madera. Saludo y pregunto por un lugar para mi tienda. La chica es amable. me ofrece su terreno para acampar. Monto la tienda mientras converso con ella. Se llama Maria. Aunque no es de la zona, lleva años viviendo en ella. Tiene alquilada la rectoría de la iglesia. Maria me ofrece una cerveza y charlamos sentados en una mesa en el exterior de su casa. Me cuenta de sus planes futuros. De sus juergas pasadas. De su presente junto a su niña. Me indica donde puedo abastecerme de agua. Me regala unos tomates para la cena y me enseña su casa. Maria tiene que marcharse y no volverá hasta mañana. Ya no la veré. Le doy las gracias por su acogida tan espontánea. Lleno la pequeña ducha portátil de agua. La cuelgo de una árbol con un mosquetón y me lavo antes de comenzar a cenar. El perro de la vecina ladra sin parar. ¡Malditos perros! Tengo una mala relación con los perros cuando voy en bicicleta. Creo que yo a ellos no les caigo bien. Pero de lo que si estoy seguro, es de que ellos a mí me caen fatal. Me tumbo a leer un buen rato y relajo mis piernas. Oigo el sonido de un coche acercarse y oigo a unas mujeres hablando. Una niña canta y juega junto a ellas. Oscurece afuera. Un hombre se acerca fumando. Charlamos. Es el vecino de Maria. Le informo que por la mañana me marcho. El cielo está plagado con miles de estrellas. Hace frío.

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