Miércoles, 14.10.20

Huesca – Murillo de Gallego. 42,63 km.

Desayuno un poco de pan tostado y un café en la cocina de Javi. Han cortado el agua sin saber porqué y tengo todas las botellas vacías. Mi amigo me ayuda a montar la bicicleta y salgo a la ruta de nuevo. Hace muchísimo frío. La gente en las calles de Hueca a estas horas de la mañana, camina totalmente envuelta en capas de ropa. Recorro el casco antiguo de la ciudad en busca de alguna fuente donde hacer acopio de líquido. Nada. También las fuentes tienen el suministro cortado. Poco a poco voy saliendo de la ciudad. En un barrio ya casi a la afueras, veo un parque y pruebo suerte. Por fin agua. Vuelen las interminables rectas y vuelve el viento. Realmente está siendo el protagonista de este viaje. Me armo de paciencia y creo una cadencia en el ritmo de pedaleo. La velocidad no es aquí lo importante para avanzar; si la constancia. Mientras araño kilómetros a la carretera, voy disfrutando del paisaje que tengo a mi alrededor. La Sierra de Guara asoma en la lejanía. Paro en una gasolinera a comprar un poco de chocolate. De vez en cuando tengo estos caprichos dulces. El chocolate además me aporta energía extra. Pedaleo vamos kilómetros más y paro a descansar junto a la carretera en un pequeño pueblecito. Mientras bebo y como algo de fruta oigo el chirriar de unas ruedas y un estruendo a mi derecha. Me doy cuenta que al final de la recta donde me encuentro; a unos dos kilómetros de distancia; un coche se ha salido de la calzada y ha volcado. Estoy lejos pero me dispongo a pedalear hasta allá. Puede que alguien necesite ayuda. Antes siquiera de montar en la bici, observo como varios coches comienzan a parar. Desisto de ir a ayudar. Ya hay gente en el lugar del accidente y no creo necesario ir a estorbar. Recojo todas mis cosas y vuelvo al camino. Varios coches de policía me adelantan. También una ambulancia. Al pasar junto a accidente, todo está controlado. La persona que iba dentro del coche se dio un buen susto pero parece que todo está bien. La carretera ahora comienza a ascender ligeramente. Por fin, se acaba la recta que traigo desde la ciudad y después de varias curvas entro en Ayerbe. En la plaza del pueblo paro a comprar pan. La panadería está concurrida. Me acerco a una especie de muralla y sentado, disfruto de un bocadillo que me preparo en un momento. La gente observa mi bicicleta al pasar a mi lado. Descanso un buen rato dejando que los rayos de sol calienten mis manos y mi cuerpo. Hoy el frío parece no querer marcharse pese a que el sol está ya bastante alto. Relleno una de las botellas de agua. Siempre que puedo lo hago; no sé donde volveré a encontrar una fuente. Con el estómago lleno y el cuerpo recuperado por el descanso, retomo a mi ruta. Hoy ya no me quedan muchos kilómetros para llegar a mi destino. Esta carretera la conozco por la cantidad de veces que la hice para volver a mi casa en furgoneta. A partir del punto en el que me encuentro el paisaje cambia radicalmente y la ruta comienza a ganar en espectacularidad. Serpenteo entre campos de olivos. Algunas autocaravanas y furgonetas comienzan a aparecer por los caminos como siempre pasa en este tipo de lugares. Al fondo de la carretera comienzan a hacer aparición los impresionantes Mallos de Riglos; unas formaciones geológicas originarias del Mioceno, que surgieron cuando comenzó a elevarse la cadena montañosa de los Pirineos. Estas paredes de hasta 275 metros, están compuestas de conglomerado; sedimentos, cantos rodados, arena… Y son uno de los paraísos en la península Ibérica para escaladores de todo el mundo. Llego a Murillo de Gallego. Hago un poco de tiempo mientras hablo por teléfono. Comienza a chispear un poco y tras los Mallos, un arco iris perfecto hace su aparición. Más adelante, me desvío en un camino. Me interno en un campo de olivos y busco un lugar plano donde montar la tienda. Comienza a llover más fuerte. Monto la tienda bajo el aguacero. Me doy prisa y consigo meter todo dentro antes de que se moje más. Preparo la cena. Las paredes de los mallos van adentrándose en la penumbra de la noche. Las estrellas brillan ahora en un cielo que comienza a despejar. La noche promete ser fría. Me tumbo a descansar.  

Seguir leyendo Jueves, 15.10.20

Un comentario en “Miércoles, 14.10.20

  1. Pingback: Martes, 13.10.20. | Bizinauta

Deja un comentario