Observo que no parece marroquí y le pregunto de donde es, pues su piel es mucho más oscura que la de la gente de aquí. De Malí —me responde en un perfecto francés. ¡Oh, Mali! ¿En serio? ¡Yo he estado allí! —le digo sonriendo. ¿De verdad? —me pregunta sorprendida.