Abruzzo (II)

El paisaje carece de árboles. Un manto de vegetación áspero y ralo cubre casi todas las partes donde la roca caliza no hace su aparición. Las distancias se hacen largas y las montañas del fondo se imponen sobre un amplio valle que poco a poco se eleva hacia el noroeste. Las laderas, blancas y radiantes, están salpicadas por conos de derrubio y pedreras que se dejan caer sobre la magnífica vaguada por la que pedaleamos.
Hace mucho calor pese a estar a dos mil metros sobre el nivel del mar. Algún pequeño lago que otro constituye la única presencia de agua en el lugar; al menos en esta época del año.
Se oyen cencerros de vacas y ovejas a lo lejos. El paisaje que nos rodea es espectacular.
Il Piccolo Tíbet llaman a esta pequeña meseta que se despliega al amparo del Corno Grande, la montaña más alta del Parco Nazionale del Gran Sasso e Monti della Laga en la región italiana de Abruzzo. Sólo la presencia de vehículos en la carretera -demasiados para ser sinceros- nos hace darnos cuenta de que nos encontramos en Europa. Al fondo divisamos Campo Imperatore, un alojamiento para deportes de invierno donde se desarrollo en 1943 la Operación Roble, una acción de rescate que bajo órdenes de Hitler, efectuó la Fallschirmjäger -un comando de paracaidistas nazi- para liberar a Mussolini de su arresto por parte de Víctor Manuel III.
Sin lugar a dudas, preferimos ceñirnos a un paisaje que evoca lugares remotos salpicados de yurtas, caballos y nómadas; libre de nazis y fascistas.

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