Viernes, 9.10.20

Santa Sussanna – Oliana. 40,84 km.

La niebla lo cubre todo cuando asomo mi cabeza afuera de la tienda. Vuelvo a meterme en el saco y remoloneo veinte minutos más. Por fin me dispongo a prepararme para el día de hoy. Recojo todo con calma. Distribuyo la comida y la ropa en las alforjas. Recojo el saco de dormir y la almohada. Me abrigo y comienzo a montar los bártulos en la bicicleta. La tienda está muy mojada. La humedad de la niebla cerrada que me rodea no deja que se seque bien. Más tarde tendré que extenderla. Desayuno algunas galletas, como un poco de fruta y me pongo a pedalear. La niebla es tremendamente densa. El tráfico es fluido y la carretera sigue subiendo como ayer. Enciendo la luz delantera y la trasera con el fin de advertir a los coches mi presencia. Pedaleo totalmente abrigado bajo una mañana que bien podría ser de invierno. Por fin una recta y un tramo en ligero descenso me dan la bienvenida a Solsona. Entro en un supermercado para abastecerme de comida. Compro pan, algo de embutido, más chocolate, un par de botes de legumbres, arroz y fruta. La mañana levanta y un sol radiante aparece detrás de pequeños bancos de niebla que poco a poco van disipándose. Tomo una carretera en el otro extremo del pueblo. Siempre subiendo. El calor ahora me agobia y paro en la cuneta a despojarme de algo de ropa. Comienzo una lenta subida a paso de caracol. El tráfico ha disminuido bastante. Seis kilómetros de fuerte pendiente hasta alcanzar la Collada de Clarà. Me hago una foto, recupero líquido y me abrigo con todo lo que tengo. Comienza la bajada. Rápidamente voy descendiendo de cota. La carretera serpentea cuesta abajo entre pinares. Dejo atrás Vilatobá, Sant Pere de Castellar y por fin el asfalto llanea entre campos de cultivo. En Ogern paro a comer. Busco un banco al sol. Despliego la tienda de campaña en una barandilla cercana y me hago un enorme bocadillo. Un paisano pasa delante de mí con un tractor enorme. Me saluda con un movimiento de cabeza. A la derecha, en la terraza de un pequeño bar, un hombre mayor dormita junto a una cerveza. Después de comer, cierro los ojos un rato mientras escucho el sonido de un arrollo cercano. Media hora más tarde pliego la tienda ya seca y vuelvo a pedalear dirección al embalse de Oliana. Alcanzo el cruce con la carretera C-14 que va en dirección Andorra. El tráfico aquí se hace mucho más intenso. Camiones, autobuses, muchos coches y demasiadas motos. Esta nueva vía es bastante intensa y me obliga a estar constantemente alerta por el retrovisor. Durante varios kilómetros sigo la margen derecha del Embalse de Rialb, alimentado por la aguas del Segre. El paisaje se abre ampliamente y a mi izquierda. Comienzan a divisarse las impresionantes paredes de caliza Oliana, una de las mecas de la escalada de dificultad en el mundo. Especialmente el sector llamado Contrafort de Rumbau, que se eleva sobre el municipio de Peramola. Paro a hacer una fotos de la zona. Descanso un rato observando las paredes y continúo la marcha hacia el pueblo de Oliana donde decido para a descansar hoy. En un pequeño supermercado compro un helado que me como sentado en un banco observando a unos ancianos que charlan tranquilamente al sol. Pregunto a un chico por un camping y me dirijo hasta él. El joven que me atiende en la recepción se interesa por mi viaje cuando ve la bicicleta y me cuenta que él también se escapa de esta manera cuando tiene unas semanas. Busco mi parcela. Con calma comienzo a montar la tienda. Me preparo la cama. Ordeno todas mis cosas. Aprovecho los últimos rallos de sol. Leo y escribo un poco sentado en una mesa mientras como unos frutos secos. Cargo mis aparatos en los enchufes de los lavabos. Me doy una larga ducha. Preparo un riquísimo arroz con setas y verduras mientras escucho la radio. Me tomo una infusión. Observo un poco el mapa y me tumbo a dormir. El cielo se nubla y comienza a chispear un poco. La temperatura es perfecta. 

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