A la entrada de esta pequeña ciudad, anexo a una gasolinera desierta, entro en un pub a preguntar por algun alojamiento cercano. El lugar es oscuro y tengo acostumbrar la vista. Un par de tipos bastante delgados vestidos con chandal están acodados en la barra delante de dos cervezas. Me lanzan una mirada bastante intimidante y al segundo, me doy cuenta de que van bastante borrachos.
Albania
Wellcome to Albania.
Mientras esperamos turno para enseñar los documentos, decenas de personas cruzan de acá para allá con sacos de patatas, gallinas, cajas de plástico, motos desvencijadas y demás mercancías sin siquiera detenerse ante el policía aduanero.