Un puente sobre el Neretva.

Aparco mi bicicleta en una esquina y comienzo a subir por una amplia escalinata. En uno de los lados del puente, la gente se empuja y agolpa por buscar un lugar por el que asomarse. De repente, todos estallan en un largo grito al unísono y después, tras un breve instante de silencio, la multitud de pronto comienza a aplaudir.