Sábado, 10.10.20

Oliana – Algerri. 83,37 km.

El día amanece bastante nublado y frío. Me conecto a internet y compruebo que la zona por donde quería pasar en Andorra está cubierta de nieve. Cambio de planes. Desmonto la tienda. Antes de salir del camping, como unas galletas y algo de fruta sentado en un banco. Comienza a llover. La carretera hoy tiene bastante más tráfico que el día anterior. Me duele la tripa. Afortunadamente yo voy al sur. Atravieso el pueblo de Oliana y comienzo a descender esta vez con el Segre a mi derecha. Unos diez kilómetros más adelante, empieza una larga y agónica subida sin apenas arcén donde apartarse del tráfico. Miro por el retrovisor y veo otro ciclista con alforjas que viene detrás de mí a lo lejos. El va más ligero de peso. Paro en una curva a beber agua y el ciclista me adelanta lanzándome con una sonrisa lastimosa. El pedaleo se hace lento y pesado. Por fin la cima. Me abrigo y me lanzo a una frenética bajada que rodea la presa de Rialb. Llego a Ponts y busco una panadería. La lluvia cesa su fuerza y queda en un chispeo constante. Almuerzo un bocadillo en un parque completamente carente de atractivo. Un perro me da la lata para que le de comida. Desde Ponts me dirijo a Artesa de Segre. La carretera es bastante monótona y el paisaje me resulta aburrido y cansino. El día no acompaña. Llego a Cubells y paro en la cuneta a hacer unas fotos. Sigo descendiendo hacia la parte llana de la provincia de Lleida. Hace muchísimo frío. Pedaleo totalmente abrigado. Mallas, pantalones, camiseta térmica, chaleco cortavientos, chaqueta de Goretex, guantes, gorro de lana… Aún y todo tengo frío. Los campos de cereal me rodean por todos lados. La vida aquí en invierno pinta dura. A Balaguer a seis kilómetros. Como ir de Zumarraga a Legazpia, pienso. Me desvío de la carretera principal y entre casas de campo llego por fin a la ciudad. Las calles están desiertas a estas horas. Me ayudo del mapa para poder salir en la dirección correcta. Una interminable recta de nueve kilómetros en subida, me deposita en el pueblo de Castellón de Farfaña. Paro en la entrada. Relleno las botellas de agua en una fuente. Decido que en el siguiente pueblo montaré el campamento hoy. Enormes tractores me adelantan continuamente y temo ser aplastado bajo sus gigantescas ruedas. A mi izquierda todo es llanura y cereal. En la parte derecha el paraje natural de la Serra Llarga-Secans de la Noguera hace de límite sur con el Prepirineo. Paro a hacer fotos. Media hora más tarde entro en un pequeño pueblo. Algerri. Me dirijo a la pequeña plaza junto a la iglesia. Unos ciclistas desmontan sus bicis para guardarlas en el coche. Pregunto por un lugar para dormir pero no son de la zona. A las afueras un bar junto a una gasolinera. Me tomo un refresco y hablo con unos paisanos que beben cervezas en la terraza. Me cuentan de una pequeña ermita tranquila. La pequeña capilla de Sant Blai está en lo alto de un promontorio. Es blanca y de planta cuadrada; y en su parte delantera tiene un porche delimitado por arcos. Delante de ella un pequeño parque con cuatro bancos, cuanto farolas y una fuente bastante precaria. Unos adolescentes escuchan música sentados en uno de ellos mientras comen pipas. Parece que esta es toda la diversión por aquí una tarde de sábado. Solo una chica me devuelve el saludo. Los demás me miran extrañados. Me siento en otro de los bancos y me preparo la cena. Mientras ceno, valoro montar la tienda dentro del porche. Demasiado sucio. Recojo mis bártulos y comienzo a montar la tienda en el lateral de la iglesia más resguardado del viento. El suelo es de asfalto. Los adolescentes se marchan y me quedo solo. En la fuente, aprovecho para lavarme un poco. Me cepillo los dientes y me acomodo dentro de la tienda a leer un buen rato. La noche enciende las luces del pueblo y apaga los campos de alrededor. Algunos perros ladran en la lejanía. Una ligera brisa mueve la tela de la tienda. Oigo el sonido de un coche acercarse en la parte opuesta de la ermita. Se para el motor y un par de personas hablan en el silencio del parque. Me asomo para observar al tiempo que el coche arranca y desaparece por la pendiente. Sigo leyendo un buen rato. Aprovecho para hacer alguna llamada. Después, oigo la radio tumbado sobre la esterilla mientras observo la sombra de la ramas sobre la tienda. Me quedo dormido. No se cuanto rato a debido pasar. Me despierta el sonido de música tecno. A lo lejos. El viento mueve ahora un poco más fuerte la tienda. La música suena a veces casi apagada y otras parece que está al lado mismo de donde estoy. Debe ser una rave en medio del campo pues se oyen también a varios jóvenes cantando y chillando. Los perros ladran sin parar. Debe estar nerviosos. Salgo a mear junto a un árbol cercano. Hace mucho frío. A parte del sonido, todo está tranquilo a mi alrededor. Miro el cielo un buen rato. Se ven estrellas hasta donde alcanza la vista. El viento no cesa y me meto de nuevo en la tienda. Hace demasiado frío. 

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